Dorsal empleado |
El pasado sábado 12 de junio, volví a la competición, lejos de hacerlo en condiciones óptimas, pero el caso es que había que ir para ver si de una vez por todas empieza a picar el gusanillo del tri y vuelvo a ir a las diferentes pruebas con cierta asiduidad.
La verdad es que Aguilar de Campoo es un sitio ideal para intentar llevar esto a efecto. Al pie de la preciosa montaña palentina, en aguas de su embalse, unas aguas limpias y claras de un Río Pisuerga que a estas alturas de su curso, dan gusto verlas. Que pena que se vayan degradando hasta tal punto que a su paso por Valladolid parezca más un río de chocolate, que de agua manada principalmente de diferentes manantiales de la Cordillera Cantábrica.
En la villa de Aguilar, donde antiguamente olía siempre a galletas, por la gran cantidad de fabricas galleteras que había, aún sigue manteniendo alguna fábrica (Galletas Gullón tiene aquí su sede central y punto de fabricación), pero la crisis en los años 80 cerró todas a excepción de la de Gullón y la de Fontaneda, siendo las únicas que quedaban en 1990. Fontaneda abriera su primer horno en 1881, y la cuarta generación de los Fontaneda, fueron unos auténticos ineptos que tuvieron que transformar la empresa en Sociedad Anónima para posteriormente malvenderla a los yankees de Nabisco. Al poco tiempo, y tras ya una reducción enorme de plantilla, sus posteriores dueños, Philip Morris, anuncian el cierre de la fábrica y el despido o traslado de los trabajadores a las fábricas de Viana en Navarra o de Oronoz en Bizkaia. Yo asistí a alguna de las manifestaciones en defensa de la fábrica bajo el lema "Fontaneda es de Aguilar". Al final, el grupo Siro, consiguió comprar las instalaciones y salvar varios de los puestos de trabajo, pero ni punto de comparación de lo que llegó a ser aquella fábrica que tenía más de 600 trabajadores.
Antigua caja de María Fontaneda |
Bueno, vamos a centrarnos ya en la prueba. Se trataba un triatlón sprint, o sea, ir todo el rato a tope, con sabor a sangre.
A mi me tocó ese día ir a trabajar de mañana, con lo que había que levantarse a las cinco, y apenas dormí, pero no por los nervios, esto ya es algo crónico, que no se si no tendré que acabar cenando un tazón de leche con orfidales como si fueran choco krispies. Bajé ya la bici a la fábrica así como un tupper con unos cuantos macarrones, y después, carretera hasta Aguilar... Unos 150 kms en los que por momentos el sueño ataca por lo que tengo que subir el volumen de la música para ir cantarrujeando y vencer a Morfeo.
Llego por fin con bien hasta la zona del camping junto al embalse por donde se iba a desarrollar casi toda la prueba. Enseguida llega también mi compañero Guanchín, y saludo a otros dos participantes del Club Triatlón Bomberos Valladolid, mi antiguo club.
Ya con todo preparado, vamos hacia la zona de transición donde me dan el dorsal y el chip y empezamos a estudiar los pasillos, que son bastante estrechos y que prometen ciertos problemas a la hora de coger la bicicleta principalmente. Una vez dejada la bici en su sitio, bajamos a la playa para tener un primer contacto con el agua e ir calentando. La temperatura, tanto del aire como del agua es ideal. y parece que podemos librar de esas peligrosas tormentas que anunciaba la AEMET para esta tarde, a pesar de esos gordos nubarrones que hay enganchados en las moles majestuosas del Curavacas, Peña Prieta, Valdecebollas o Espigüete.
Como siempre, foto previa antes de dar inicio la prueba, increíblemente no tengo muchos nervios, cosa rara, pero tengo la sensación de que la natación puede ser limpia sin necesidad de llevarme muchos golpes, que es lo que más me agobia de estas pruebas.
Yo, Guanchín, Julio y Javi |
Se da la salida por fin, y allá vamos. Mis colegas salen cual fuerabordas, y yo pues algo más suave, buscando sitio, y sintiéndome cada vez más seguro. Poco a poco voy ganando sensaciones, y sin ser una gran natación, si que me voy notando bien y progresando adecuadamente para lo poco que la entrené.
Salgo del agua más o menos bien e inicio una transición en la que pierdo algo de tiempo por ayudar al que tenía su bici al lado de la mía, ya que el cordón de su tritraje quedó pillado con la cremallera del neopreno. Tras conseguir sacarla, el tío sale escopetado... Bueno, pues ala.
Aún vienen bastantes detrás mia... |
Subiendo las rampas más duras, me acuerdo del ciclista natural de aquí, que fue uno de los mejores en los años 80, pero que murió trágicamente junto con su esposa en 1984 en un desgraciado accidente de tráfico y dejando un hijo pequeño, que correría años después en el Xacobeo Galicia. Me refiero a Alberto Fernández, que perdió la Vuelta a España del año de su muerte por tan solo 6 segundos ante Eric Caritoux. Todavía recuerdo aquella Vuelta, y la pena que me dio que no pudiera ganarla por tan pco espacio de tiempo. Yo me enganché de crío al ciclismo en aquellos años, y creo que en parte fue por las bandas sonoras de la Vuelta, que molaban, no como las de hace ya varios años a aquí. La de ese año era la de "Pánico en el Edén" de Tino Casal. Ya antes, las canciones de Azul y Negro, "No tengo tiempo" y "Me estoy volviendo loco", canciones que se siguen ligando al ciclismo a día de hoy, hicieron que me sentara todas las tardes que podía frente al televisor, bien a ver la etapa en directo, o el resumen que daban por la noche.
Alberto Fernández |
Transición hacia el sector pedestre |