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Agradecer a Salvador Hernández su ayuda en la configuración de este blog. Gracias Salva.



lunes, 14 de junio de 2021

V TRIATLÓN DE AGUILAR DE CAMPOO

 

Dorsal empleado

El pasado sábado 12 de junio, volví a la competición, lejos de hacerlo en condiciones óptimas, pero el caso es que había que ir para ver si de una vez por todas empieza a picar el gusanillo del tri y vuelvo a ir a las diferentes pruebas con cierta asiduidad.

La verdad es que Aguilar de Campoo es un sitio ideal para intentar llevar esto a efecto. Al pie de la preciosa montaña palentina, en aguas de su embalse, unas aguas limpias y claras de un Río Pisuerga que a estas alturas de su curso, dan gusto verlas. Que pena que se vayan degradando hasta tal punto que a su paso por Valladolid parezca más un río de chocolate, que de agua manada principalmente de diferentes manantiales de la Cordillera Cantábrica.

En la villa de Aguilar, donde antiguamente olía siempre a galletas, por la gran cantidad de fabricas galleteras que había, aún sigue manteniendo alguna fábrica (Galletas Gullón tiene aquí su sede central y punto de fabricación), pero la crisis en los años 80 cerró todas a excepción de la de Gullón y la de Fontaneda, siendo las únicas que quedaban en 1990. Fontaneda abriera su primer horno en 1881, y la cuarta generación de los Fontaneda, fueron unos auténticos ineptos que tuvieron que transformar la empresa en Sociedad Anónima para posteriormente malvenderla a los yankees de Nabisco. Al poco tiempo, y tras ya una reducción enorme de plantilla, sus posteriores dueños, Philip Morris, anuncian el cierre de la fábrica y el despido o traslado de los trabajadores a las fábricas de Viana en Navarra o de Oronoz en Bizkaia. Yo asistí a alguna de las manifestaciones en defensa de la fábrica bajo el lema "Fontaneda es de Aguilar". Al final, el grupo Siro, consiguió comprar las instalaciones y salvar varios de los puestos de trabajo, pero ni punto de comparación de lo que llegó a ser aquella fábrica que tenía más de 600 trabajadores.

Antigua caja de María Fontaneda

Bueno, vamos a centrarnos ya en la prueba. Se trataba un triatlón sprint, o sea, ir todo el rato a tope, con sabor a sangre.

A mi me tocó ese día ir a trabajar de mañana, con lo que había que levantarse a las cinco, y apenas dormí, pero no por los nervios, esto ya es algo crónico, que no se si no tendré que acabar cenando un tazón de leche con orfidales como si fueran choco krispies. Bajé ya la bici a la fábrica así como un tupper con unos cuantos macarrones, y después, carretera hasta Aguilar... Unos 150 kms en los que por momentos el sueño ataca por lo que tengo que subir el volumen de la música para ir cantarrujeando y vencer a Morfeo.

Llego por fin con bien hasta la zona del camping junto al embalse por donde se iba a desarrollar casi toda la prueba. Enseguida llega también mi compañero Guanchín, y saludo a otros dos participantes del Club Triatlón Bomberos Valladolid, mi antiguo club.     


Ya con todo preparado, vamos hacia la zona de transición donde me dan el dorsal y el chip y empezamos a estudiar los pasillos, que son bastante estrechos y que prometen ciertos problemas a la hora de coger la bicicleta principalmente. Una vez dejada la bici en su sitio, bajamos a la playa para tener un primer contacto con el agua e ir calentando. La temperatura, tanto del aire como del agua es ideal. y parece que podemos librar de esas peligrosas tormentas que anunciaba la AEMET para esta tarde, a pesar de esos gordos nubarrones que hay enganchados en las moles majestuosas del Curavacas, Peña Prieta, Valdecebollas o Espigüete.

Como siempre, foto previa antes de dar inicio la prueba, increíblemente no tengo muchos nervios, cosa rara, pero tengo la sensación de que la natación puede ser limpia sin necesidad de llevarme muchos golpes, que es lo que más me agobia de estas pruebas.

Yo, Guanchín, Julio y Javi

Se da la salida por fin, y allá vamos. Mis colegas salen cual fuerabordas, y yo pues algo más suave, buscando sitio, y sintiéndome cada vez más seguro. Poco a poco voy ganando sensaciones, y sin ser una gran natación, si que me voy notando bien y progresando adecuadamente para lo poco que la entrené. 

Salgo del agua más o menos bien e inicio una transición en la que pierdo algo de tiempo por ayudar al que tenía su bici al lado de la mía, ya que el cordón de su tritraje quedó pillado con la cremallera del neopreno. Tras conseguir sacarla, el tío sale escopetado... Bueno, pues ala.

Aún vienen bastantes detrás mia...

Comienzo el sector ciclista intentando pillar un buen ritmo, pero no es fácil, el viento inicialmente da de frente y al poco de iniciarlo hay una pequeña cuesta arriba, que hace que haya que quitar plato y subir piñones. Rápida bajada hasta Aguilar, donde callejeamos muy poco, casi nada, pero lo hacemos por un paseo adoquinado precioso llamado del Monasterio. Salimos de pueblo y poco a poco iniciamos el ascenso hacia la presa, algo de desnivel había pero no mucho, lo peor venía después de cruzarla que vienen rampones duros de hasta el 14% de inclinación. Termino la primera vuelta al circuito con dos moscones pegados a mi rueda que no quieren dar un puñetero relevo, por lo que en la segunda vuelta, la cuesta de inicio, la hago con fuerza y consigo dejarlos atrás. En esta segunda vuelta, las rampas de después de la presa hacen algo más de pupa. Lástima que no haya encontrado ninguna foto desde el mirador de la presa, habría quedado chula con los ciclistas retorciéndose en las rampas o cruzando la presa, así que pillé estas dos en la web, una primera en la que se puede apreciar escondida la carretera entre los pinos, y la segunda con vistas de la presa desde la primera de las curvas de herradura.




Subiendo las rampas más duras, me acuerdo del ciclista natural de aquí, que fue uno de los mejores en los años 80, pero que murió trágicamente junto con su esposa en 1984 en un desgraciado accidente de tráfico y dejando un hijo pequeño, que correría años después en el Xacobeo Galicia. Me refiero a Alberto Fernández, que perdió la Vuelta a España del año de su muerte por tan solo 6 segundos ante Eric Caritoux. Todavía recuerdo aquella Vuelta, y la pena que me dio que no pudiera ganarla por tan pco espacio de tiempo. Yo me enganché de crío al ciclismo en aquellos años, y creo que en parte fue por las bandas sonoras de la Vuelta, que molaban, no como las de hace ya varios años a aquí. La de ese año era la de "Pánico en el Edén" de Tino Casal. Ya antes, las canciones de Azul y Negro, "No tengo tiempo" y "Me estoy volviendo loco", canciones que se siguen ligando al ciclismo a día de hoy, hicieron que me sentara todas las tardes que podía frente al televisor, bien a ver la etapa en directo, o el resumen que daban por la noche.

Alberto Fernández

Llego ya a la zona de transición con la sensación de haber hecho un buen sector y me dispongo a calzarme las playeras lo más rápido posible y salir a por el último sector de la tarde, que será por caminos más o menos buenos, pero con raíces y algo de arena en alguna zona. Por lo menos a la sombra casi todo el rato. 
Transición hacia el sector pedestre

Tomé un gel poco antes de bajarme de la bici, que no me sentó muy allá, y el estómago me fue haciendo cosas raras durante los cinco kilómetros del sector pedestre. La verdad es que no voy nada cómodo y no es toda la culpa del gel, me noto cansado, incómodo, casi que sin ganas, pero bueno, para lo que queda, ya acabamos. De este sector no salí nada contento, sin embargo, viendo luego las clasificaciones, hice mejor puesto en él que en el de la bici de la que tan contento me había bajado. Vivir para ver...


    Una vez cruzada la meta, los voluntarios nos dan la mascarilla para poder volver a mezclarnos con el resto del mundo, así como la bolsa del corredor en la que entra una camiseta muy chula.
En líneas generales, contento, más por como me salió en sí, por el mero hecho de estar aquí, después de un mes de haber realizado el Half Iruña/Pamplona y del que salí tan cansado que ni crónica hice. Y lo que más ilusión me hizo, volver a compartir prueba con Rober, con Guanchín, el Ninja de Tribomberos, que el tío, desde aquí se iba para la sierra de la Cabrera a correr el Trail Transfronterizo, un trail entre las provincias de Zamora y Tras-os Montes en Portugal, un trail de 33 kilómetros!!!! Tío duro donde los haya.

    Tras un tercer tiempo no muy largo para poder refrescarnos, y comentar sensaciones, me dispongo a volver a casa intentando vencer de nuevo a Morfeo en un combate de hora y media sobre las autovías de Castilla. 
    Ahora, a ir preparando el siguiente...
    



E dis de subir ata alá arriba?
E ti sei que me fodes!