He estado pensando en como he titulado este doble artículo sobre el Desafío, y quizás lo de con éxito a alguien le choque. Lo que para mi ha sido un éxito, cierto es que a lo mejor para alguno de los participantes en la prueba sería un fracaso. Yo mi meta era completar las dos etapas, y lo conseguí. No me marqué tiempos ni medias, ni nada de eso, así que como no me puse más objetivo que terminarlas bien, pues para mi fue un éxito, al alcanzar lo que me había marcado.
A la segunda etapa llegué ya con menos nervios que a la primera, a pesar de que comentando en la Festa Meiga de la noche anterior con otros participantes en el Desafío, parecía que iba a haber guerra desde el principio.Había quien se propinía rodar por el llano a 50 kms/h. Luego os cuento lo que pasó realmente.
El caso es que a las 8:30 llego ya a la zona de salida y saludo a Oliveira, Kiko y Piru (no se si habrán dormido algo en este fin de semana), paso por el control de firmas y me pongo a montar la bici. Saludo a Alvaro Pino, cuya mujer hizo buenas migas con la mía durante la sardinada (las de Ponteareas por lo visto hacen piña facilmente) y me pongo a calentar, en una mañana algo fresquita, pero que prometía un buen día para la práctica del ciclismo a pesar de la niebla que cubría el Val do Ulla y que ofrecía una auténtica postal desde la línea de salida en A Ramallosa.
Poco a poco van llegando todos los participantes, y hay un momento en que se junta lo más granado del ciclismo gallego, Alvaro Pino, Jose Manuel Oliveira, Ezequiel Mosquera, Gustavo César Veloso y Gonzalo Rabuñal, el cual no entiendo como puede estar sin equipo con todo lo que demostró en el extinto equipo profesional gallego.
Se acerca el momento de la salida, y con un leve retraso, a las 9:35 tomamos la salida rumbo a Cuntis. Al parecer la idea es ir todos juntos hasta el avituallamiento del día... No se porqué, pero no me lo creo. La salida, al igual que el día anterior es hacia abajo, y al pasar por Pontevea, nos metemos dentro de la zona de niebla, pero es muy poca y la verdad es que no molestó lo más mínimo ya que justo en ese momento se empezaba a ganar altura y claro, los de adelante empezaron a apretar el ritmo y entramos todos en calor enseguida. En esas primeras rampas por la zona de la Parroquia de Santo André de Vea, el pelotón se va fraccionando y lo de ir juntitos, se acabó.
Al llegar a la general ya veo el pelotón de cabeza que me saca una distancia maja, e intentamos formar una grupeta para, a relevos, poder enganchar. Al final la grupeta se rompe y me voy solo por delante... ¡¡a 55 kms/h!! cierto que picaba un poco para abajo, pero al final se cumplió lo que se pronosticaba durante la sardinada. Justo en la villa termal de Cuntis, consigo reintegrarme en el grueso del pelotón. Pero voy haciendo la goma constantemente en los pequeños cambios de rasante que continuamente ofrece esta carretera por la que vamos ahora cara a la localidad de Moraña. Así y todo, en el kilómetro 27 de etapa todavía soy quien de ir a rueda de todo un Iván Raña.
Poco a poco esos continuos toboganes van pasando factura y el grupo se parte en dos. En cabeza del segundo veo a Ezequiel que va mirando para atrás. Seguro que por el pinganillo, el director de equipo le ha dicho que espere por mi... ah!, pues no... se va.
Al poco de cruzar la villa de Moraña, giramos a la izquierda y empezamos a ganar altura... no es que sea la subida de la primera cota del día, pero ya empieza esto a ponerse de uñas. Desde aquí esto es ya un rosario de corredores, poco a poco la carretera nos va poniendo a cada uno en su sitio.
Ahora nos metemos por una carretera estrecha, pero muy sombreada gracias a un precioso bosque que la flanquea por ambos lados. Un primer cruce a la izquierda, y otro a la derecha tras pasar Paraños, nos mete ya en faena de lleno subiendo al alto de San Antoniño. A lo lejos se oye un altavoz, que no se si vendrá del Santuario de los Milagros de Amil, o más posiblemente de la iglesia de San Martiño de Gargantáns, pero por el que se oye la misa dominical, y al poco de iniciar la subida oigo al coro que canta algo que dice así: "... no hay dolooooorrrr...." Claro, para vosotras que no subísteis ayer Pan do Zarco.
El ciclista que se ve en la anterior fotografía con el maillot de Ciclos Marque, me sacó durante toda la ascensión la misma distancia. En los tres kilómetros y medio de puerto, ni me sacó más ventaja, ni yo se la recorté.
Una vez coronado el puerto, nos lanzamos en un descenso con alguna curva un tanto cerrada hacia el avituallamiento de Campo Lameiro. Como bien y me hidrato, que aun queda lo más duro por delante. Justo a la salida de "la Capital del Rupestre Gallego", la carretera vuelve a enfilar hacia arriba, pero sin grandes desniveles, de hecho esta cota "no es puntuable". Vamos cruzando pequeñas aldeas, distintas a las que vimos en Ancares, y así Cimadevila y Cequeril nos dan paso a la bonita zona del Ponte do Ramo sobre el río Umia y una pequeña playa fluvial. Tras cruzar ese puente, me alcanza un ciclista con el que ya voy hasta Cuntis, donde nos juntamos a otro más. Bien, un terceto para afrontar el último tramo. En la zona de llano, al paso por Anllada, nos quedamos solo 2, y vamos juntos hasta el inicio de la subida a los Milagres de Requián, aunque justo en el alto, el que se quedara atrás en las rectas de la N-640, nos vuelve a dar alcance. Por desgracia, el otro integrante de la grupeta, sufre la rotura de un radio en su rueda trasera.
Coronando os Milagres de Requián |
Descendemos bien hasta Souto de Vea, donde volvemos a coger la carretera que une A Estrada con Santiago y al poco de cruzar una vez más Pontevea, nos metemos en la zona más rural del concello de Teo.
Rarís, Fornelos, Bouñou... aldeas que vamos dejando atrás mientras vamos ganando altura hasta que llegamos a la iglesia de la parroquia de Luou. Ahí giramos a la derecha y enfilamos ya con todas las ganas hacia línea de meta, una meta que está ya a tan solo 4 kilómetros. Vamos haciendo relevos y llegamos rapidamente a Ramallosa, donde mi alegría es tal, que levanto los brazos bajo el arco de meta. En la foto que me tomaron a la llegada, ya había agarrado el manillar, no vaya a ser.
Mi entrada en meta en A Ramallosa |
Tras la protocolaria entrega de trofeos y obsequios, se inician las conversaciones entre los participantes, antes de ir hacia las reconstituyentes duchas y una de las estrellas del día en esas conversaciones, fue esta preciosidad:
Tras la ducha, pasamos a la comida de confraternidad, donde recuperamos fuerzas con unos buenos embutidos, unos macarrones con carne realmente buenos y un arroz con leche que a mi me supo a gloria.
Poco a poco llegó la hora de ir despidiéndose, y de hacernos fotos para el recuerdo.
Con Álvaro Pino |
Con Ezequiel Mosquera |
Con Gonzalo Rabuñal |
Pues nada, ahora a esperar a que llegue la segunda edición del Desafío, en el que seguro habrá más novedades, y al que le deseo y le presupongo un gran futuro.
Ya estaba tardando en hacerme seguidor tuyo...
ResponderEliminar¡Enhorabuena por haber conseguido el reto! Y por ese momentazo del podium con la mejor indumentaria posible ;-)
Gracias Quique, voy a poner también tu blog en mis "enlaces" que merece muy mucho la pena. Además se lo recomendaré a mis amigos de Olláparo, una asociación fotográfica de la que formo parte de aquí de Boiro.
EliminarUn saludo.