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Vista desde el paraje de Los Cuadrales (Ladera sureste Valdecebollas) |
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Después de mucho pensar a que montaña ir para disfrutar de la nieve, me decidí por la Montaña Palentina. Había pensado en Cotos-Peñalara o El Nevero desde Navafría, pero podía ser un lío a la hora de encontrar aparcamiento. Otra opción que había barajado era la Montaña de Béjar, pero estaba cerrado el acceso a la Plataforma del Travieso desde Candelario, así que... Para el Norte.
La mañana estaba cuando menos fresquita, ya que la temperatura cuando llegué a Brañosera a eso de las 9:00 era de -8,5ºC
Consigo aparcar sin problemas en el parking del Mesón San Roque donde después de la ruta comería estupendamente, pero previamente, antes de nada, un café con leche calentito para entonar el cuerpo. Una vez hecho esto, preparo la mochila con todo lo necesario y las raquetas.
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Debió ser una noche fresquita |
Como nota "
histórica", decir que Brañosera fue el primer municipio que existió en España, siendo rey Alfonso II de Asturias y Munio Núñez, Conde de las Tierras de Brañosera. Esta primera Organización Administrativa Local, vino con la Carta Puebla que el Conde concedió a sus súbditos dotándoles de una serie de derechos el 13 de Octubre del año 824.
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Placa conmemorativa de ser el primer ayuntamiento de España |
Otra referencia histórica, o más bien etimológica, es el origen del nombre del pueblo, que viene de Brannia-Ossoria (Tierra de Brañas y Osos). En los montes de Brañosera, todavía deambulan ejemplares de oso pardo, así como de urogallos, dos especies en claro peligro de extinción.
Yendo ya a la ruta en sí, decir que la cosa empezó mal, ya que no acerté con el camino a la primera y me tocó dar un pequeño rodeo y subir por una pendiente algo más inclinada de lo que tenía previsto, pero nada serio, en poco tiempo ya conseguí llegar al camino que tenía intención de tomar... Estaba escondido bajo más de medio metro de nieve.
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Como para no equivocarse |
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Toda la ruta desde el inicio que me acompañó |
Aún en las calles de Brañosera, se me pegó un pobre perrín, el cual no me dejó solo ni un momento durante los 13 kilómetros de ruta. Y bien que lo agradecí, sino habrían sido seis horas en la más total y absoluta soledad. No me crucé en toda la ruta con otro ser vivo.
Una vez en el camino que pensaba hacer, seguí las huellas de alguien que debió pasar antes que yo haciendo esquí de fondo hasta el arroyo de Pamporquero, donde el siguió por la senda que volvía hacia Brañosera y yo enfilé hacia el Valdecebollas, aunque sin intención de hacer cumbre.
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Siguiendo las huellas de los skis |
En esta zona se anda bastante bien, porque aunque hay bastante nieve, está un tanto dura ya que el sol aún no ha tenido tiempo de deshacer la placa de hielo que hay sobre ella haciendo que las raquetas no se hundan mucho y consigo avanzar con bastante facilidad, acompañado en todo momento por mi nuevo amigo, al que al final llamé Balto, como el perro de la película de Disney que tantas veces vi con mi hija.
Al llegar a una zona de sombra, en la que además pega el aire, la sensación de frío, tras haber venido un buen rato por el sol es bastante molesta, así que a abrocharse la chaqueta y a ponerse el buff.
Una vez cruzado ese minúsculo puente sobre el arroyo de Canalejo, vuelve a darme el sol y la sensación de calor vuelve de nuevo, si bien ahora, la nieve ya está más blanda y las raquetas ya empiezan a hundirse más, sobretodo al llegar a una zona boscosa.
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Mi compi siempre cerca mía |
En esta parte, donde el andar se va haciendo más pesado, y con los restos de la gripe y faringitis todavía machacándome un poco, va llegando el momento de hacer un primer alto para reponer fuerzas, así que pequeña parada para dar buena cuenta del bocata, que al final tomé a medias con el perrín y unos tragos de isotónico.
Bueno, pues como no es plan de quedarse frío, arrancamos pronto, que además ahora en breve viene la parte más dura, la parte con los desniveles más importantes. La verdad es que hay momentos duros, zonas con un metro de nieve blanda, sujeta por "camas" de escobas que al pisarlas se hunden y que además los pequeños arroyos que van por debajo, preparan alguna que otra pequeña trampa.
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Fuertes desniveles en esta zona |
Una vez pasada esa zona más empinada, llego a otra en la que la nieve está dura, y se nota que las raquetas no se clavan apenas, por lo que a la bajada tendré que operar con cuidado. Me detengo un ratillo para ver ya el cresterío de las montañas, tanto el que va por mi diestra como el que viene por mi siniestra, que poco más adelante se unen formando una especie de páramo por encima de los 2000 metros de altitud. Estoy llegando a un paraje llamado Los Cuadrales, quedándome al norte, a menos de un kilómetro en línea recta el Refugio del Golobar, pero es que por el medio está el Sestil Alto. Aquí está la Fuente de Ardeña, en la que nace el arroyo que me ha ido acompañando casi toda la ascensión, y un poco más adelante, en el barco que se ve, nace el Río Rubagón, que después cruzaré en el descenso. Las vistas desde aquí son impresionantes, lo malo es que pega mucho el aire, y se ve como este aire lleva la nieve de un lado para otro. Como no fui equipado convenientemente, ya que fui con la idea de probar las raquetas dando un paseo, decido darme la vuelta e iniciar el descenso, no sin antes sacar unas cuantas fotos del lugar, a una cota según mi altímetro de 1835 metros.
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Amigo fiel |
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Cerquita de la cima nos quedamos |
Bueno, pues con algo de pena, inicio el descenso poco a poco, pero hay que ir volviendo, ya que como dije antes, el aire empieza a mover mucho la nieve en estas cotas y además, desde Cantabria están emperrados en mandarnos nubes y que se quede la niebla pillada en estas laderas que miran ya hacia la amplia meseta castellana. Silbido al perro y para Brañosera, a ver si llegamos a una hora "prudente" para comer.
En esta primera parte del descenso, la nieve sigue estando dura y se puede avanzar bien, aunque con cuidado, ya que el desnivel, sin ser exagerado, es bastante importante. Después, en la zona más empinada, donde además la nieve ya está blanda, la marcha se ralentizará un poco.
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Metiendo la pata |
Al ritmo que voy, haciendo fotos por doquier... no solo no llego para comer, sino que me pilla todavía la noche por el camino... Y hay lobos y osos!!!! ;)
Hablando algo con mi compañero de viaje, que no se lo que pensaría el pobre, vamos poco a poco perdiendo altitud y con la sensación de ir andando por un gigantesco merengue. Está precioso todo. Palencia tiene dos
Bellas Desconocidas, su Catedral, y la que a mi me gusta más, que es su montaña. Y eso que esta parte no es la más espectacular...al otro lado del Valdecebollas, están los majestuosos Espigüete y Curavacas. Dos cumbres ya de renombre y de un porte digno de montaña alpina.
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Había nieve... |
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Esa "huella" la vi durante unos dos kilómetros, parece una pista de bobsleigh para pitufos |
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No sabe lo que le agradezco que me hiciera compañía |
Llego a un cruce, donde cojo un camino distinto al que subí, y vuelvo a seguir las huellas del esquiador de fondo que seguí al principio de la ruta. Por aquí la nieve acumulada es también muchísima y está muy blanda.
Pero a lo lejos, ya vemos mi acompañante y yo los tejados de Brañosera, pero todavía queda una tiradilla.
No se ni las fotos que hice durante la ruta, debieron ser unas 350, pero es que mirara donde mirara había algo digno de que mi objetivo enfocara hacia ello.
A lo largo de la ruta fueron bastantes los arroyos que tuvimos que cruzar metiendo los pies en el agua, que yo entre las raquetas y las botas de gore-tex no tuve mayores problemas, pero Balto... pobrecito, con lo fría que debía de bajar el agua. Más valiente mi nuevo colega...!!!
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Para uno que tiene puente, iba directo a una pared de nieve |
Pues ahora si que ya vamos viendo Brañosera bastante cerca, pero el camino baja hasta otro río, aunque esta vez si que con un puente que se podía cruzar, por lo que al final, a mi infatigable compañero y a mi, nos toca volver a subir, aunque no mucho, pero ya vamos algo cansadillos ¿verdad, Balto?
Otras pocas fotos...
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Hasta allá arriba!!! |
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Tomen asiento |
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Por las calles ya de Brañosera |
Bueno, pues al final llegamos a eso de las cuatro de la tarde, y aún tuve que hacer cola para comer, pero mereció la pena ya que en el Mesón San Roque, aparte de un trato excelente, la calidad de la comida fue impecable. De primero tomé una Ensalada Templada de Queso de Cabra, de segundo un Redondo de Potro que estaba exquisito y de postre un Pudding de Coco. Merece la pena.
En definitiva, un día genial, en el que hice mi primera ruta de montaña como miembro del Club de Montaña do Barbanza Vintedouspés.
Si un día queréis hacer esta misma ruta, os dejo el enlace a los tracks que subí a la página de Wikiloc:
Tracks en Wikiloc
Y como himno musical al día, una ¿canción? de Parabellum:
La Nieve
Joer para esas rutas hace falta buen material....esta genial...y Balto???
ResponderEliminarHola Pili. Gracias por tu comentario. La verdad es que hace falta un mínimo de material. Sin raquetas o sin las rosetas de nieve para los bastones, habría sido muy difícil, sino imposible.
EliminarBalto al final se quedó en su pueblo... Me dio mucha pena. Pobrecito.
Yo también me quedo preocupada con Balto! bonitas fotos Nino, me alegro que disfrutaras la ruta y gracias por las notas de historia, una entrada muy completa te ha quedado
ResponderEliminarGracias Celi. La verdad es que gracias a Balto, la ruta fue de lo más entretenida. Algún día iré a llevarle Baltogalletas
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